jueves, 21 de octubre de 2010

A CUARENTA Y UN AÑOS DEL TACNAZO

                      Regimiento de Artillería N° 1 "TACNA" (1910)

En recuerdo del cuadragésimo primer aniversario del acuartelamiento del Regimiento Tacna encabezado por el General don Roberto Viaux Marambio, Memoria Militar ofrece un entretenido documento, escrito por el Teniente (R) Raúl Munizaga Neuman, en el que narra la experiencia vivida como activo protagonista del movimiento.


A CUARENTA Y UN AÑOS DEL TACNAZO.

21- Octubre - 1969



Autor:
Raúl Munizaga Neumann.
Ex-Teniente del Ejército de Chile.
Primera antigüedad del Arma de Blindados,
Curso EM: Febrero 1960 - Mayo 1964.

Indice:

1.- Levantarse.........................................................................................
2.- ¿Por Qué?..........................................................................................
3.- Asunsión del Mando..........................................................................
4.- Movimientos Previos.........................................................................
5.- Combate..........................................................................................
6.- Rutina..............................................................................................
7.- Retreta.............................................................................................
8.- Desarme...........................................................................................
9.- Repercusiones..................................................................................
A.- Personales....................................................................................
B.- Nacionales....................................................................................
Anexos..................................................................................................
Contexto histórico..............................................................................
Portada “Diario La Segunda”, Viernes 17 Octubre de 1969.............

 

1.- Levantarse.


21 de Octubre de 1969. A las 05.00 horas siento los golpes en la puerta del modesto departamento fiscal de Avenida Lo Encalada. Es algo esperable. Por algo estoy durmiendo vestido. Se trata del Capitán Raúl Droguett.

“Levántese que nos vamos a tomar la Escuela”.
“Al fin”, le contesto.

Mientras me pongo las botas cortas por fuera del pantalón de salida, tenida usada el día anterior en la formación del aniversario de la Escuela de Suboficiales, me despido de mi Señora Ivonne con la recomendación de no abrir puerta a nadie y estar tranquila. Beso a mi hijita Ximena Paz de menos de dos años de edad y me subo al auto de mi Capitán Droguett.

Mientras rodamos por la desierta Avenida Matta me explica el plan: El General Roberto Viaux Marambio asume el mando del Ejército. El Mayor Rolando Orellana al mando de la Escuela de Suboficiales, la conducirá al Parque Cousiño y de ahí a la Base Aérea El Bosque donde se concentraran las unidades amotinadas.

A mí me corresponde asumir el control del cuartel de Blanco Encalada, para lo cual contaré con mi curso de 60 soldados alumnos, la compañía de guardia de la Escuela de 100 soldados conscriptos más personal de los servicios.

¿Cómo fue que llegue a este momento?. Apenas soy un Teniente de 24 años.

Pero soy grande. Incluso más que ahora después de cuarenta años.

Soy responsable de la gente que mando. Tengo mística.

De empleado público, solo el reducido sueldo, en parte responsable de lo que estoy haciendo.

Llegamos al cuartel. El Oficial de Servicio es el Subteniente Castro, de Material de Guerra. Hombre muy matriculado con el movimiento.

Le ordeno revisar el aseo de armamento, cargar, controlar los accesos cerrando todas las puertas, apostar las ametralladoras en las principales avenidas de aproximación y le saco al Comandante de Relevos, Cabo Navarrete, ya que es el guardalmacén de Material de Guerra del Primer Batallón.

Nos encontramos con el Mayor Orellana que llego un poco antes.

El Cabo Navarrete abre el almacén muy nervioso. Mucho tiempo después sabría por que. Nos armamos. En mi caso con una carabina M1, una pistola Colt, más una pistola ametralladora con la munición correspondiente.

Mí Mayor me reitera el plan original. Acordamos levantar la gente antes de la hora de diana. O sea antes de las seis de la mañana.

Me reservo el privilegio de despertar a la segunda compañía del Batallón de armas, en la que sirvo.

¡Levantarse, vestirse y bajar a formar de inmediato!.
Noto la cara de sorpresa de los Soldados al verme armado. También el entusiasmo.

900 hombres forman en el patio de la ex Escuela Militar y actual Museo. Mí Mayor delega en mi la responsabilidad de hablarles.

Parado al centro de la formación digo textualmente:
¡Estamos revolucionados!
¡El General Viaux manda el Ejército!.
¡La Escuela al mando de mí Mayor Orellana se dirigirá al Parque Cousiño y de ahí a la Base Aérea El Bosque!.
¡Se quedan acá el curso D de la segunda compañía y la compañía de guardia para la defensa del cuartel!.
¡A continuación pasaran a recibir armamento, munición y a tomar desayuno, porque en la guerra también hay que comer!.

Risas y una vez más capto entusiasmo.

Se inicia una frenética y ordenada actividad la que aprovecho para contarle al lector el por que de esta aparente locura.

2.- ¿Por Qué?.


Nací en el ambiente militar gracias a mi Padre.
Mi canción de cuna fue Adiós al Séptimo de Línea.
Aprendí a nadar en la piscina de la Escuela de Infantería cuando mi padre fue Subdirector y a montar a caballo en el Regimiento Buin cuando fue su Comandante.

Así y todo, me costo que me dejara entrar a la Escuela Militar. Lo que hice a los quince años a Cuarto año de Humanidades, lo que vendría siendo el actual Segundo Medio.

Entré a la Escuela el año 1960 y egrese de Subteniente en Mayo de 1964 en el Arma de Mecanizados, que al poco tiempo pasó a llamarse Blindados.

El Ejército al que me integre como oficial, era disciplinado pero muy pobre. Venía siendo la última rueda del coche para los mandamases políticos desde hace mucho tiempo.

Los años sesentas fueron revolucionarios a nivel mundial. Nuestro país y nuestro Ejercito no escaparon a esa tendencia.

Bajo la Comandancia en Jefe del General Bernardino Parada, se inicio un proceso renovador cuya ejecución estuvo en manos de oficiales muy jóvenes y motivados.

Los primeros cursos de Comandos, seguidos de los cursos de Paracaidistas, primeros intentos de formar la Aviación de Ejercito.

Es así como recién egresado me toco participar en un curso de Tanques M41-A4 recién llegados al país. Con instructores norteamericanos.

Recién llegado a mi primera destinación, el Regimiento Blindado Nº 8 Exploradores, en Antofagasta, nos integramos a un curso antisubersivo junto con los soldados conscriptos.

A fin de año fui designado para un curso de Nueva Modalidad de Instrucción en la Escuela de Infantería junto con un Sargento del Regimiento.

Ahí en Peldehue nos entrenaron con mucho mas sufrimiento que el que tuvo el señor Bitar en su Isla 10.

Y me enseñaron a ser instructor de combate individual.

Y lo puse en práctica enseñándolo a mis compañeros y más antiguos en un curso que dimos para la Primera División de Ejército en Antofagasta.

Súper profesional y motivado a poco andar.

Pero chocamos con la falta de recursos y también el desinterés de parte de la generación anterior. Ejemplos hay muchos.

Resumiendo: Desprecio por los temas relacionados con la Defensa Nacional. Bajísimos sueldos lo que dificultaba la selección de personal idóneo. Falta de medios como munición, combustible, repuestos, ayudas de instrucción, vestuario y hasta facilidades de alojamiento. Pésima calidad de la alimentación del contingente.

Y yo un niño de 19 años, poniendo la cara ante los 36 hombres de Planta del Escuadrón de Tanques, que tenían edad para ser mis padres.

A propósito. Cuando ocurrió lo de Laguna del Desierto, me acuerdo haber estado mirando la línea de 17 tanques más dos recuperadores mientras me preparaba mentalmente para la inminente orden de equiparlos. Tendríamos que instalar las radios, las tres ametralladoras, periscopios, herramientas y un sinfín de instrumentos guardados en el almacén de inventario de tanques. Cargar munición, combustible, tensar orugas, colimar las miras con el armamento.

Y la orden nunca llegó. Se difirió porque no teníamos capacidad disuasiva.

Me toco presenciar juegos de guerra en los que a un General le parecía bien que los soldados que defenderían el paso de Guatiquina a 4.000 metros de altura, y a unos 15 grados bajo cero, solo tuvieran una frazada para la noche.

Años después, cursando el curso de Tenientes en la Escuela de Blindados en Santiago, nuestro jefe, el entonces Capitán Jorge Carrasco, nos comunico que presentaría su renuncia en solidaridad con los oficiales de la Academia de Guerra del Ejército, que la estaban presentando por la pésima situación de la institución. Los siete alumnos corrimos a conseguirnos maquinas de escribir para hacer lo mismo. Informado el director de la Escuela Coronel Jorge Azocar, persona muy enérgica, en vez de retarnos se suma al movimiento.

Eso produjo cambios que no arreglaron la situación.

Los exámenes finales que consistían en ejercicios en terreno con tropas y material, los tuvimos que ir hacer al norte del País por que el gobierno del presidente Freí Montalva hizo sacar los tanques de Santiago después de las renuncias.

Al término de ese de ese curso que duro un año, fui destinado a la Escuela de Suboficiales de reciente creación y los problemas seguían igual.

Por eso estaba ahí jugándome la vida.

3.- Asunsión del Mando.


Estaban los soldados tomando desayuno algunos, mientras otros hacían fila en los almacenes de material de guerra retirando fusiles, cuando de la guardia me comunican que el Coronel había llegado.

¿Entró?, Pregunté.
No.

Entonces le corresponde enfrentarlo a mi Mayor Orellana pensé.

Lo más importante es que no entre. La gente esta armada y muy entusiasta y puede pasar cualquier desgracia.

¿Y si mí Mayor lo deja entrar?.
Mejor me encargo yo no más. ¿Y sí yo lo dejo entrar?.

Todo esto daba vuelta en mi cabeza mientras caminaba hacia la guardia.

Detrás de una ventanilla enrejada estaba mí Coronel don Rafael Asenjo y el personal de la guardia pegado a los muros para que no los viera.

“Munizaga. ¿Qué pasa que no me abren la puerta?”.
“El general Viaux manda el Ejercito mí Coronel”.
“¿Y eso que significa?”.
“Que usted no puede entrar”
“¿Y quién es el Director de la Escuela?”.
“Usted mí Coronel, pero no puede entrar”.

Durante este dialogo yo estaba en la mejor posición firme de mi vida.

4.- Movimientos Previos.


Para mí Coronel Asenjo no puede haber sido una sorpresa de que fuera el Teniente Raúl Munizaga el insubordinado que le cerrara el paso.

Ya lo habíamos hablado de hombre a hombre con motivo del sumario que estaba en curso por las reuniones conspiradoras del mes recién pasado.

Contactado por el Capitán Fernando Nieraad, quien se atrevió a hablarme por que nos conocíamos por haber compartido jornadas impublicables en el casino de Guarnición de Antofagasta. Partió diciéndome que no se atrevían a tantear a los oficiales de escuelas pero como me conocía, me invitaba a una reunión secreta y que tratara de llevar a más oficiales de la Escuela que estuvieran descontentos con la situación.

Esto lo planteé abiertamente en el casino de oficiales. Solo tuve cuidado que no estuvieran los Capitanes Patricio Varela y Jaime García por no merecernos confianza y el Capitán ayudante Luis Pérez Egert para no comprometer su lealtad hacia su jefe.

Pleno acuerdo, pero solo fuimos una delegación. Mayor Rolando Orellana, Capitán Raúl Droguett y yo.

Fue en la Compañía de Mantenimiento de Material Guerra PAM mandada por quien fuera mí Teniente en la Escuela Militar, Capitán Emilio De la Mahotier. Concurrieron oficiales de muchas unidades.

Llamo mi atención la agresividad, la presencia de personal de planta armado del Regimiento Yungay custodiando la reunión y lo pintoresco del personaje que presidía: El Mayor Arturo Marchall, Segundo Comandante del Regimiento Yungay. Fue la primera vez que lo vi. Lo vería muchas más.

No se perdió mucho tiempo en las quejas sobre la situación.

Lo importante: Los Cursos de Acción.

Se resuelve aprovechar la Parada Militar (estábamos en preparaciones para la misma).
Detener al Presidente de la Republica en su Tribuna y provocar un golpe de estado.

A los participantes nos correspondía obtener la aprobación del plan en nuestras unidades.

A la salida conocí a un personaje de mucha actualidad en ese momento. El Teniente Víctor Catalán Polanco, quien había saltado a la fama por haber vengado una grave ofensa sufrida en la Boite “La Sirena”, tomándola por asalto a la bayoneta, con 10 conscriptos de una compañía del Batallón de Intendencia, el 3 de agosto de 1969. Resulto ser mi vecino de departamento y no lo había visto nunca.

Esa misma noche reunidos alrededor de la mesa de pool en la Escuela, la unanimidad de los oficiales se manifestaron de acuerdo con la acción acordada.
Al día siguiente fui comisionado para asistir a otra reunión, en representación de la Escuela.

Lo insólito era el lugar: la pileta de las focas del Zoológico. Me acompaño mi amigo el Teniente Joaquín Molina.

Al final la pileta fue solo el lugar de encuentro y de intercambio de santo y seña. Nos juntamos afuera del Zoo.

Sé que todo esto parece increíble. La realidad siempre supera a la ficción. Pero lo máximo en incredulidad para mí, es que se haya modificado el plan de actuar en la elipse por la mala impresión que podríamos causar en las delegaciones extranjeras.

Entonces se acordó, desfilar normalmente y después acuartelar las unidades. La Escuela de Suboficiales debía mandar una compañía a tomarse y resguardar los polvorines de Peñalolén. El Capitán Edgardo Leiva llevaría una carta al Presidente de la Republica que estaría comiendo en el Club Militar en la Alameda, con las exigencias respaldadas por el acuartelamiento. No se dijo nada de no formar para el Tedeum el 18 de Septiembre.

Esta vez la mesa de pool fue testigo de la negativa de sacar fuerzas de la Escuela hacia Peñalolén.

No sé que problemas tuvieron en las otras unidades y al final la cosa queda en nada.

Ya se mencionaba que el General Viaux se estaba moviendo en Antofagasta y algunos decían que preferían guardarse para eso.

Lo conocí cuando siendo Comandante del Regimiento Calama mando la Primera División en las maniobras de 1964 entre Chiu Chiu y Pampa Camarones.

Yo mandaba un Pelotón de Reconocimiento y quede impresionado con su capacidad de liderazgo.

El 18 de Septiembre, el Yungay no llegó a la formación y la Escuela tuvo que formar a los soldados en dos filas en vez de tres para cubrir el hueco.

Recuerdo haber presentado armas a su Excelencia (mí sable) seguirlo con la vista tres pasos reglamentarios, pero algo debo haber trasmitido ya que note que se intranquilizo.

Nunca falta el que habla. Y se armo el escándalo. Me advirtieron que mí Coronel lo sabía todo y que me mandaba a llamar.

Era un muy buen jefe. Me habría encantado que esto me hubiera pasado con un Coronel que tuve de comandante en el Regimiento Granaderos en Iquique.

Conversamos en dos oportunidades con mí Coronel Asenjo y muy francamente.

Hasta le pedí que él se pusiera al frente, porque esto no lo atajaba nadie. No podía.
Lamentablemente estaba comprometido políticamente.

Por eso no fue ni traición ni deslealtad de mi parte. Él conocía mi posición.

Soy testigo preferente del eficiente manejo político comunicacional del Estado.

Al Mayor Marchall lo expulsaron por negarse a rendir honores para el 18. Esto se lo creyó hasta el mismo y es MENTIRA. Yo creo que lo hicieron “picar” dándole mal la hora de la presentación. No era presentable comunicar a la opinión pública que casi se apresa al Presidente de la Republica en la Parada Militar.

Cuantas cosas se manejan con este estilo maquiavélico.

5.- Combate.


“Usted es el Director de la Escuela mí Coronel. Pero no puede entrar”.
Y milagrosamente me hizo caso.

Reunió al personal de planta que venía llegando completamente ignorantes de lo que ocurría.

Los formó, y les dijo que había tratado de entrar a la Escuela y que el Teniente Munizaga se lo había impedido, informándole que él era el nuevo director.

Nunca tan ridículo, así que abrí una ventana y lo desmentí con una pequeña arenga.

Su ayudante el ya mencionado Capitán Pérez, mi compañero de Arma, hizo un sentido recuerdo de mi madre, lo que en aquellos tiempos era un insulto. Una vez mas quedo callado mí Coronel.

Me dedique a controlar los accesos hacia la calle Tupper que es donde estaba la guardia. Años mas tarde conocí a uno que había sido conscripto de la compañía de guardia y me contó que lo amenace con fusilarlo sí alguien pasaba por la puerta que cuidaba. No me acuerdo.

La calle Tupper estaba llena de indecisos. Entonces me enfrento a una escena surrealista. Frente a la puerta del segundo patio de la Escuela, al otro lado de tan mencionada calle el Subdirector, Comandante Reichner, forcejeaba con un conscripto tratando de quitarle el fusil, y este, vaya uno a saber por que, no se lo entregaba. Ambos parecían practicar una danza primitiva.

Enmarcando esta escena y en posición de descanso a discreción, mi Comandante de Batallón, Mayor René Pérez y los Capitanes Jaime García y Enrique Cowell (después se plegaria a los amotinados).

En ese momento me sentí obligado a defender al conscripto e irreflexivamente cargue mi carabina M1. Apunte y dije: “Sálganse de mi línea de mira”.

Y el Capitán Jaime García Zamorano me desafía con un “Dispare”.

Apunto a su cabeza, tomo aire, completo alineación de alza y punto de mira, comprimo hasta el primer descanso del disparador y... afortunadamente en ese momento visualizo las consecuencias: La animita con flores y desgraciado que lo mato con alevosía y ventaja.
Por otro lado también pienso en la gente que me rodea que esta demasiado atenta a mis acciones. Tampoco puedo dar señal de debilidad.

De modo que en un micro segundo, que viene siendo lo que se demora un micrero en tocar la bocina en un semáforo recién cambiado a verde, cambio de objetivo.

Apunto abajo y a la muralla y ahí disparo.

La vida nos ha juntado varias veces con mí ahora Coronel García y siento una enorme alegría de verlo con buena salud. Hasta se lo he representado, pero parece que no le hace mucha gracia.

Mi buen Subteniente Castro apostado en el techo con veinte fusileros, se siente autorizado a ordenar “Fuego”. Afortunadamente no cae nadie, pero de la disputa por el fusil, un autentico Pablito Máuser, nunca más se supo. Tampoco de mi Coronel ni de los indecisos.

Estos se fueron al vecino Regimiento Tacna ya que el plan había variado y mi Mayor Orellana que había salido con la tropa por la puerta de Blanco Encalada los condujo allá y no al Parque ni a la Base Aérea.

El Segundo Patio fue ocupado por los Capitanes García, Pérez Egert, y algunos leales a la DC.

Tarea para más rato.

Aprovechando el respiro del alivio de presión sobre la guardia me dirigí al interior a poner orden.

En ese momento la Escuela de Suboficiales disparaba en 360 grados y sin motivo.

Los tres oficiales que quedaron conmigo, los Subtenientes, Castro, Jara y Montenegro no tenían control.

¿Por que estas disparando? Le pregunto al primer tirador loco que encontré.
“Es que vi a mi Capitán García”.
¿Y quién te dijo que tenias que matarlo……?.

Logre imponerme, a veces con métodos que actualmente habrían provocado la intervención del tal Guido Girardi. Es que con las armas no se juega y es preferible una bien colocada PLR que una herida o muerte.

Un episodio que amerito la PLR. Me llaman del casino de soldados, ex casino de cadetes. Segundo piso hacia Blanco Encalada. Un hoyo de bala en una ventana, grande, imponente. En el piso otro chiquito. Por la trayectoria y el nivel de las construcciones adyacentes nos tendrían que haber disparado desde un avión o helicóptero.

Me baja la sospecha y bajo. Un soldado de mi curso había disparado al aire al interior de una sala de clases.

Años después me vino a saludar vestido de carabinero. No logre que lo echaran de la Escuela pero me vengaron en la Escuela de Artillería cuando hacia el curso de cabos y lo expulsaron.

Por otro lado comprendí la importancia de las formas militares, los ejercicios de escuela y todas esas cosas prusianas. Las órdenes se cumplen sin titubear y eso nos diferencia de otros ejércitos.

Un momento de nerviosismo cuando un camión de bebidas se instala frente a una débil puerta.

Me lo imagino de ariete. Doy las órdenes de llenarlo de plomo y a todo lo que venga detrás. Era simplemente el camión que traía las bebidas al casino de soldados.

Cuando el conductor se dio cuenta de lo que pasaba, arrancó marcha atrás y nunca mas volvió, ni aun después de superada la crisis.

Con el Tacna tomado temprano por el Capitán Víctor Mora Valladares, al parecer sin tantas dificultades, nos comunicábamos vía mensajeros. Los teléfonos estaban cortados.

Me mandaron a decir que me mandaban una sección nuestra y un oficial más antiguo.

Aposté tropa para proporcionar apoyo de fuego en el caso que les dispararan desde el segundo patio, y además con la intención de neutralizarlos si es que se trataba de un engaño. Un poquitito de paranoia.

Así llegó mí Capitán Hernán Velásquez Mulatti, entonces alumno de la Academia Politécnica Militar y quien conocí de Teniente en la Escuela Militar De los primeros en obtener la especialidad de Comando. Me sentí fortalecido con su presencia.

Mientras le explicaba la situación se me acercaba gente con problemas que debían resolverse. El ecónomo con que solo teníamos petróleo para preparar el rancho de almuerzo, el mayordomo del casino de oficiales, al que mande a llamar para que dispusiera almuerzo para los oficiales de la Academia de Guerra y Politécnica que se habían acuartelado en el Tacna.

Realmente parecía ser el Director de la Escuela. Creo que solo me falto firmar cheques.

De repente se nos acerca un clase para informar, muy alterado, que estábamos siendo apuntados con cañones sin retroceso. Con lo que me han asustado las explosiones inesperadas desde chiquito cuando lloraba con las descargas de los juramentos a la bandera. Siempre me reservaba el primer disparo de cañón de tanque. Después se me produce acostumbramiento.

Mi Capitán lo tranquiliza y de paso a mí que en ningún caso podía demostrar miedo.

De hecho, ayuda mucho la responsabilidad del mando. Para mí fue la prueba de que para lo que me había preparado mentalmente funcionó en la practica.

Soy capaz de apreciar, resolver, y ordenar, en condiciones de combate real.

Por medio de mensajero informamos al Tacna y salió una compañía nuestra, me parece que mandada por mí compañero Julio Pacheco o mí Capitán comandante de compañía Fernando Darrigrandi y comunicaron a la Escuela de Infantería, dueña de los cañones: Al primer disparo los comemos vivos.

No se preocupen, que no pensamos disparar contra nuestros compañeros, fue la respuesta.

Mucho tiempo después en conversación con el señor General don Carlos Forestier, que para estos acontecimientos era el director de la Escuela de Infantería, intercambiamos impresiones. Por mi parte le conté mis sentimientos al sentirme apuntado por sus cañones y él los suyos, cuando los soldados de la Escuela de Suboficiales organizaron un concurso de tiro para ver quien lo bajaba primero del techo de Arsenales de Guerra, donde se había subido para observar.

6.- Rutina.


En medio de todo este atrejeo se me instalo un soldado alumno del Batallón de Servicios, Curso de Transporte como mi incondicional guarda espalda.

No lo había visto nunca antes y lamentablemente no me acuerdo de su nombre. Alguien me sugirió que lo dejara.

Me servía de arsenalero llevándome el armamento que había sacado del almacén de material de guerra.

Un día yo ya civil hace rato, me encuentro en la calle Ahumada con el Suboficial Verdugo. Me dice: Usted mi Teniente se escapó de una grande.

¿Se acuerda del nerviosismo del Cabo Navarrete?.
Bueno él, con el Sargento Comandante de Guardia concluyeron:
1.- Que yo estaba loco (bueno eso sigue su curso).
2.- Que por mi culpa iban a ser perjudicados.
3.- Por lo tanto lo mejor era matarme por la espalda.

Y estaban en su derecho. Hasta los habrían felicitado.

En cuando a mí, era un riesgo calculado. Mientras conspirábamos y a medida que los eventos se precipitaban, en más de alguna oportunidad pensé hasta donde estaba dispuesto a llegar. Y la respuesta fue que solamente hasta un balazo en la cabeza.

Y eso no paso, por que parece que los ateos también tenemos derecho a un Ángel de la Guarda, que en mi caso se materializo en ese soldado Guarda Espaldas.

En una de mis rondas me encuentro con que algunos soldados habían instalado un televisor y estaban viendo la Cadena Nacional del Gobierno.

Se reían de las cosas que decían y que a ellos les constaba que eran mentiras.

Los acompañe un rato y considere que lo más estúpido que podía hacer era censurar esas trasmisiones que levantaban aun más la moral.

Espero que a ellos les haya quedado la lección que para mí esta vigente. Lo que se publica es siempre mentira. Viva la Libertad de Prensa.

Escuchamos que los camiones basureros se dirigían a la Moneda para defenderla del ataque golpista. ¡Los Tanques del Pueblo!.

Eso me hizo decidirme a abordar una tarea que estaba pendiente. La toma del Segundo Patio.

Además del petróleo y los víveres por los que me reclamaba el Ecónomo, ahí también estaban los Lanzacohetes Instalaza con sus cohetes antitanque.

Me dieron unas ganas de probar su efectividad contra los “Tanques del Pueblo”.

Como ese recinto estaba ocupado por los “Soldados del Pueblo” había que planificar un ataque a localidades. No teníamos ni granadas de mano ni cargas explosivas reglamentarias para esa acción pero...... “Estos bueyes tenimos, con estos bueyes aramos”.

Organice los equipos de apoyo seguridad y asalto al estilo golpe de mano y decidí salirme de la norma y encabezar el equipo de asalto. De esa manera si alguien tenía que caer o acriminarse era mejor que fuera yo.

Además, muy del pueblo serian nuestros enemigos pero sobre todo eran nuestros compañeros y a lo mejor yo podría evitar una desgracia al encontrarnos de frente en ese ambiente cerrado, donde la regla era disparar primero y preguntar después.

Afortunadamente ya se habían ido y la ocupación se materializo en regla pero sin disparar ni un tiro.

Desde una ventana veo a alguien que me hace señas desde el exterior. Era mi hermano Guillermo. Ex cadete de la Escuela Militar conocido como El Pescado Munizaga.

Lo hice entrar y conversamos un rato. Después me confesaría que se sintió claustrofóbico. Ya en la mañana había divisado el Jeep de mi papá dando vueltas.

Visite el Regimiento Tacna y abracé a mis compañeros Blindados del Batallón Blindado Nº 2, Jorge Morales, el legendario “Cocodrilo”, era el más antiguo y al que le pasaron la cuenta por eso. Después me consiguió trabajo en la British Leyland y trabajamos juntos un tiempo.

Aquiles Navarrete siempre el jefe de la tribu. El día anterior estuvimos juntos y me consta que tenía al Blindado bajo su mando. Con la misma suerte que lo salvo de un accidente de helicóptero Puma en el que murieron todos los demás años después, en esta ocasión no le salió ni por curado.

Mi amigo y compañero de curso Gonzalo Guerrero quien mediante lenguaje gutural y corporal con un “Gruuu” me dejó clarito que estábamos metidos en el medio forro. Esto seguido de una franca carcajada que no se nos olvida hasta hoy.
Se les había incendiado uno de los pocos tanques M3 que lograron hacer andar y que estaba frente al Tacna para inspirar respeto.

Prueba fehaciente de la justicia de nuestras demandas.

En el cuartel de Santa Rosa 900 habían dejado a cargo al Subteniente de Intendencia, Rafael Sánchez, quien se enfrentó al General Comandante de la Guarnición de Santiago, él que lo rodeo con tropas de infantería y artillería.

Sánchez, se mantuvo firme y el General tuvo que retirarse por que, además, las tropas a su mando no le obedecían.

Incidentes como este ocurrieron en muchas partes. Yo estoy contando solo que viví.

En la Escuela Militar se revelaron contra su muy distinguido y querido Director negándose a salir en contra y hasta inutilizando vehículos.

El Batallón de Intendencia también fue tomado así como el Tacna.

En las Escuelas de Caballería y de Telecomunicaciones hubo intentos de toma.

Los oficiales de las Academias de Guerra y Politécnica, salieron de sus aulas y se acuartelaron en el Tacna.

Hay muchas historias paralelas.

Esto es solo una pequeña parte de lo ocurrido ese día, del que estoy seguro que todos, militares, políticos y civiles que estaban en edad se recuerdan que hicieron.

Esto es un intento de invitar al recuerdo después de cuarenta años.

Mientras tanto me di cuenta que en el Tacna se habían instalado micrófonos hacia el exterior. Periodistas y gente común (sapos) asistían a una especie de picnic.

Adentro tenían lugar reuniones con negociadores varios, de las no correspondía que yo fuera actor.

7.- Retreta.


Empieza a obscurecer.
Hay que hacer cambios. No sabemos cuánto tiempo más va a durar esto, ni en que va a terminar.

Se determina que nuestro personal debe volver a su cuartel, para lo que es designado el Capitán Patricio Escudero como Comandante.

Antes llegan algunos oficiales más antiguos que yo, como mi compañero Nelson Ubilla y Fernando Martínez González, primera antigüedad del curso anterior al mío. Le tengo terror desde que fue Brigadier Mayor de mi compañía cuando estaba en quinto año de humanidades.
Con el tiempo le tengo menos susto pero una gran admiración. Sacó los primeros puestos en todos los cursos que hizo a continuación, incluido el de la Academia de Guerra. Debió haber sido Comandante en Jefe del Ejército y no salir de Brigadier. Ahora es abogado. Sus alias son “La Bruja”, “El Machaca” y “El Gurka”.

Con él nos encerramos en una sala de clases a diseñar el Plan de Defensa del Cuartel.

Consideramos vigilancia del perímetro y fuerzas suficientes para efectuar contraataques ante alguna penetración.

También los turnos, ya que la gente tenía que dormir.

Cuando llega el Capitán Escudero le expusimos el plan en el pizarrón y fue aprobado de inmediato.

Antes, yo había escuchado los llamados que hacia el gobierno para que la gente fuera a manifestarse contra los golpistas, y había dado órdenes perentorias de no disparar contra turba.

Tienen el alma negra los políticos. Mandan a sus tontos útiles al matadero para obtener la victoria psicológica que les dan las víctimas.

Estábamos en el patio organizando a la gente cuando suena un disparo. Luego otro, seguido de un tiroteo infernal.

Con Fernando Martínez corrimos al segundo piso para poder ver qué pasaba.

Solo alcanzamos a ver las últimas chispas de las balas contra el pavimento y gente tirada en la calle.

Hasta ahora no sé qué paso. Quien disparó primero ni por qué. Lo preví y trate de evitar.

El Fiscal Lyon me procesó además por los 17 heridos civiles. Afortunadamente ningún muerto. Aunque teóricamente ya no estaba al mando de la Escuela, igual le firme un vale por los heridos.

Después de estar todo funcionando decidí dormir un rato. Me instale en la pieza del Oficial de Servicio con mi inseparable guardaespaldas en el suelo.

Me duro poco. Se aparece mi Capitán Escudero y me dice: Lo busca su Padre.

¡Mi Papá!. El que me decía que no me metiera en líos, pero que había salido del Ejército con el grado de Coronel por la Línea Recta cuando era Comandante del Buin.

Que alegría verlo.

Y venia con un personaje de cuento de Emilio Salgari. Nada menos que con su compañero de correrías golpistas, el Comandante de Aviación don Oscar Squella.

Me dicen que quieren hablar con el General Viaux.

Los mando escoltados al Tacna.

Lo que paso ahí merece contarse.

Me lo contó mí Padre: Oscar Squella le dice al General Viaux que es portador de un mensaje del Senador Salvador Allende. Que le manda su apoyo y se pone a su disposición.

Mi General responde que ya es tarde por que ha pactado con el gobierno a través del General Alfredo Mann. Y que le han aceptado todas sus condiciones gremiales.

Mi Papá le pregunta que pasara con los oficiales que lo han apoyado. No sé cuál fue la respuesta, pero mi hermano Guillermo me aclara que la respuesta del General Viaux a mi Papá fue que él era el único responsable.

Acto seguido se dirigen junto a mi hermano Guillermo, único testigo vivo, al domicilio de Salvador Allende.

Este les habría dicho: “Que movimiento tan grande para un objetivo tan chico”.

Para mí esto debía ser un golpe de estado en regla. No solo eran las FFAA las afectadas. Vivíamos en un régimen de cinismo extremo.

Pero por algo pasan las cosas. Este país necesitaba descender aun más hacia el infierno como ocurrió con el gobierno siguiente.

Un gobierno militar en ese momento podría haber tomado cualquier camino ya que no estaba suficientemente vacunado el país.

Incluso, ahora mismo después de todo el sufrimiento que provoco la enfermedad que siguió, se ha vencido el efecto de la vacuna y estamos donde mismo, pero con virus que han mutado a una malignidad que ha derrotado al sistema inmunológico. Por el momento.

La larga noche del 21 al 22 de Octubre fue muy tensa.

Supuestos soldados del pueblo, (esa palabra da para todo), al mando del General Emilio Cheyre (padre), tenían orden de atacarnos y se movían. Ahora sabemos que la mayoría no obedecería. Además de la Escuela Militar ya mencionada, la Escuela de Paracaidistas se negó a salir en contra y lo que es más, su director mando a mí primo, Capitán Eduardo Iturriaga, con el mensaje de que estaban con el General Viaux.

Esto consta en el recién publicado libro “En las Alas del Cóndor”, del que es autor el General Iturriaga.

Pero por otro lado, mi experiencia reciente me decía que los soldados armados disparan por gusto, por lo que podría pasar cualquier cosa.

Pase gran parte de la noche en un balcón de segundo piso hacia Blanco Encalada. Con el Capitán Cowell y con una ametralladora .50.

Aprovechando el terreno entre los árboles de la calle 18, se movían soldados del Buin.

Mi Capitán Cowell les grita que mantengan la calma. Joaquín Molina, con esa impetuosa valentía que lo caracterizo, salió a pararlos por las buenas o las malas.

Mientras yo preparo y apunto la .50 hacia los árboles imaginándome que no quedara ni árbol parado para que se puedan esconder. Ahora lo llamarían un crimen ecológico.

En otro frente, Fernando Martínez, solo, detiene a la Escuela de Infantería. Sería bueno que se encontrara la trascripción de dialogo que se hizo en su momento. En él, con energía firmeza y calma, unido al prestigio personal que ya tenía, los paralizó.

8.- Desarme.


Primeras luces del día 22 de Octubre.
Juaco Molina traía al Regimiento Buin plegado a nuestra causa.

Llega nuestra gente que permaneció en el Tacna.
Mi Capitán Darrigrandi me dice: “Ganamos”.
¿Qué?. ¡Nos aceptaron todos nuestros planteamientos!.

Se ordena formar la Escuela.

Por la puerta de Blanco Encalada hace su entrada el General Alfredo Mahn seguido de nuestro Coronel Rafael Asenjo.

Sus palabras fueron: “En conformidad al Acta firmada por el General Viaux en el Regimiento Tacna, devuelvo el mando de la Escuela de Suboficiales al Coronel Asenjo y a los Mayores que están a mis espaldas”. “Mayor Orellana, de le cuenta al Coronel Asenjo”.

Mi Coronel recibió cuenta y ordeno inventario de munición.
Curiosamente no falto ni un tiro. Parece que nos disparamos las economías.
Por supuesto que hice entrega del armamento en mi poder y quede a la espera.

Creo que fue al día siguiente cuando mi Coronel me mando a buscar a su oficina. Estaba atrincherado hasta con sacos de arena. Pacientemente me explico con lujo de detalles donde quedaba la Fiscalía Militar ya que el fiscal, señor Honorato, quería hablar conmigo.

Fui caminando. Me fotografiaron los periodistas a la llegada. El Fiscal fue muy deferente, me dijo que yo podía declarar solo si lo quería ya que el no tenia los medios para obligarme. Declare lo mismo que les he contado.

No está en mi ampararme en el cumplimiento de órdenes ya que si me dieron alguna la cumplí con gusto y la mayoría de mis acciones fueron por iniciativa propia.
Me detengo un momento para explicar a los más jóvenes como fue la crianza de mi generación.

Nací imputable. El primer golpe me lo dio el obstetra seguido de los coscachos paternos y los correazos maternales. Esto no me produjo ningún resentimiento. Lo hacían por nuestro bien y parece que era cierto ya que no conocí a ningún Cisarro, víctima de la sociedad. Después siguieron los revuelques y los tan temidos días de arresto en la Escuela Militar desde la edad de 15 años. Algunos de mis compañeros tenían 13.

Con 17 años y en sexto año de humanidades, cuarto medio actual, mi Teniente Rodrigo Sánchez Casillas me lo verbalizó: “El que la hace la paga”. Sabe lo que esta haciendo y se responsabiliza”. “No es culpable el que lo sanciona”.

Como esto lo venía experimentando desde antes de tener uso de razón, me hizo sentido. Por lo tanto asumí mi responsabilidad en plenitud. Estaba dispuesto hasta morir por la causa. Causa colectiva que no tenía ni un componente de aprovechamiento personal. Si hubiera tenido un desenlace victorioso no había nada para mí, salvo la satisfacción de haber hecho lo justo. Ya se sabe que la victoria tiene mil padres y la derrota es huérfana.

Me mandaron detenido a la Escuela de Telecomunicaciones con mi Mayor Orellana. Quedamos en libre plática, lo que nos obligaba a levantarnos temprano por que las visitas llegaban a todas horas. Fuimos bien atendidos.

Si yo me llamara Bitar, contaría cuando mi hijita me tomaba de la mano y me quería llevar con ella cuando se retiraban.

Compartimos con dos Capitanes de la Escuela de Caballería que estaban incomunicados. Guillermo Jara (Memo) y Mena.

Después de 14 días salí en libertad bajo fianza y enviado primero al Comando de Institutos Militares y después a la Comandancia de Guarnición de Santiago.

El día 31 de Diciembre me fue a buscar el Mayor Sergio Badiola. Me condujo por un interminable laberinto de pasillos y cuando creí que ya encontraríamos al Minotauro en persona, se abre una puerta y me encuentro con una imagen muy vista en fotos: Un escritorio, y detrás de él, al General René Schneider, Comandante en Jefe del Ejercito y al fondo un cuadro con indios.

Al asumir su puesto había declarado: “Aquí no hay vencedores ni vencidos”, “Mí corazón también estuvo en el Tacna”.

Eso fue justo antes de ser atrapado por la telaraña política que parece ser la maldición del puesto.

“He visto el sumario y sus antecedentes y he decidido que no le tengo confianza para destinarlo a ningún puesto dentro de la Institución. Por lo tanto le voy a solicitar al Presidente de la Republica que lo de de baja de acuerdo a sus atribuciones. Le comunico esto antes de hablar con el Presidente”.

Yo tan firme como cuando le negué la entrada a mi Coronel Asenjo. No era el momento de recordarle que era mi tío político. Me he arrepentido de no haberle preguntado que quería decir con eso de “mis antecedentes”. ¿El primer puesto en el curso de Tenientes?.

Ya dije que nací imputable así que considero que me salió barato. Él hacia su trabajo y yo asumía mi responsabilidad. Sentí mucho cuando la telaraña lo llevo a la muerte justo un año después del llamado Tacnazo y espero que la investigación histórica, ya que la judicial no pudo, descubra la verdad de este caso.

Los hilos sueltos del por qué las balas que le dieron muerte no fueron disparadas por las armas que portaban sus secuestradores. ¿Es cierto que estaba de acuerdo con ser secuestrado como afirman algunas fuentes no consideradas?. ¿Dio el Gobierno luz verde para proceder con este operativo? ¿A quién beneficio su sacrificio?.

En un primer momento fui sospechoso y se allanó la casa de mi padre buscándome, en circunstancias de que yo aun ocupaba el departamento militar. Me presente al Fiscal Lyón pero él ya tenía claro quiénes estaban en esto.

A mí me condenó a 40 días de arresto militar por lo del Tacnazo, pena remitida al Patronato de Reos con firmas por un año. Lo que no cumplí. Mi papel de antecedentes estuvo escrito por 20 años.

9.- Repercusiones.

A.- Personales.


Ese 31 de Diciembre de 1969 fue un año nuevo, vida nueva. A poco más de un año recupere mi estado civil de soltero, lo que termino de completar el ciclo.

He tenido una buena vida sí considero que en estos cuarenta años sólo habré tenido una docena de días en los que no me haya reído.

Hace tiempo que no sueño que ando con uniforme. Fui un paria en el ámbito oficial durante un tiempo, pero nunca he perdido el contacto con mis compañeros e Institución.

Aplaudí al Gobierno Militar sin participación. La inicial influencia demócrata cristiana bloqueó mi posible reincorporación. Siento que ese gobierno, el Militar por supuesto, superó las expectativas soñadas en mi tiempo.

Desde entonces he renovado mis células varias veces pero siempre queda algo.

Permanece ese joven de 24 años.

Permanece ese joven de 24 años, que es más grande de lo que soy ahora. Que se la jugo por idealismo y que aflora en los momentos difíciles, como cuando estando derrotado pretendieron canjearme apoyo a cambio de humillación incluyendo a mi señora e hijos, como cuando junto con Bernardita Huerta y Rafael Mera desafiamos a los funeros reforzados por un oficial de Carabineros, y que esta presto a volver a aparecer en defensa de nuestros Prisioneros de Guerra injustamente vilipendiados y enjaulados en campos de concentración.

Ese joven vuelve a materializarse cuando necesito fuerza.

B.- Nacionales.

En lo inmediato:
Se subieron los sueldos de la FFAA.
Se mejoró el equipamiento.
Volvieron los tanques a Santiago.
Los componentes del Ejército, y de las demás FFAA, tomaron conciencia de su peso en la sociedad.

Este fue un movimiento de mucha gente. Hay más de mil historias como esta. Aquí solo doy un testimonio muy personal y particular. La gran mayoría permaneció en las filas y fueron actores de cosas mucho más grandes y, que digan lo que digan ahora, ha sido lo mejor que le ha pasado a Chile.

Para el futuro es una espada de Damocles que pende sobre los abusadores del poder. La cuerda solo se puede estirar hasta que se corta.
Si no hubiera actuado la oficialidad joven en ese momento, la caldera habría explotado por la suboficialidad.

El gobierno de esa época también controlaba los medios y las conciencias. Gozaba así mismo de ser mayoría, que no es otra cosa que solo superioridad numérica.

En la actualidad hay Instituciones Armadas amordazadas con eso de no ser deliberantes. Y por lo tanto abusadas. Como carabineros que arriesgan sus vidas para atrapar a peligrosos delincuentes que son protegidos por el aparato político judicial. Pero ellos están completamente indefensos y son continuamente juzgados y hasta tratados de Lumpen Uniformado.

Como miembros de la FFAA que sufren con el trato que reciben sus antiguos superiores sometidos a legislaciones que solo se han aplicado a fuerzas derrotadas en guerra. Si hasta se invocan las leyes de Nuremberg que son la versión del siglo XX del “Ay de los Vencidos Romano”.

Conozcan esta historia y traten de evitar su repetición.

 

Anexos.

Contexto histórico.


16 de Octubre de 1969. La Junta Calificadora del Ejercito determinó llamar a retiro a los Generales de Brigada Manuel Pinochet, Director General de Material de Guerra, Florian Silva, Director del Instituto Geográfico Militar, y Roberto Viaux Marambio, Comandante en Jefe de la Primera División del Ejercito con sede en Antofagasta. Junto con ellos resolvió el retiro de 22 coroneles: 12 de Armas, 6 de lista complementaria que se retiran voluntariamente y 4 de Sanidad.

A raíz de estas determinaciones circulan en Santiago rumores acerca de alternativas que habría sufrido el cambio de mando de manos del General Viaux al General Galvarino Mandujano López, su sucesor. Paralelamente algunos canales informativos difunden juicios emitidos por el General Viaux, como asimismo una declaración atribuida a oficiales de la Guarnición de la ciudad de Antofagasta, en que hacen críticas y exigen la reposición del General Viaux en el cargo.

17 de Octubre de 1969. El diario “La Segunda” incorpora en su edición de este día, el texto de la declaración de los oficiales de la Guarnición de la ciudad de Antofagasta, lo que determina que las autoridades requisen los ejemplares del periódico, mientras voceros del Ministerio del Interior afirman que esa declaración puede tildarse de apócrifa.
(Ver la declaración a continuación).

21 de Octubre de 1969. Ocurren los sucesos narrados por Raúl Munizaga Neumann.

22 de Octubre de 1969. Se acepta la renuncia al Ministerio de Defensa del titular de esa cartera, el General (R), Tulio Marambio, y jura en su reemplazo Sergio Ossa Pretot.

24 de Octubre de 1969. Presenta su renuncia al cargo de Comandante en Jefe del Ejército, el General Sergio Castillo y es designado en su reemplazo el General de División Rene Schneider Chereau, Comandante de la 5ª División con sede en Punta Arenas.

La promoción del General Schneider provoca el retiro de 5 Generales más antiguos que él: Ramón Valdés, Rene Sagredo, Emilio Cheyre, Alfredo Carvajal y Alfredo Mahn.

El General Carlos Prat González pasa a ser la segunda antigüedad del Ejercito.

24 de Octubre de 1969. El fiscal militar encarga reos a varios oficiales, basándose en el artículo 272 del Código de justicia Militar: “Los militares que, en numero de cuatro o más rehúsen obedecer a sus superiores, hagan reclamaciones o peticiones irrespetuosas o en tumulto, o se resistan a cumplir con sus deberes militares, serán castigados, como responsables de sedición o motín…”
Los oficiales con los que se configuró la sedición o motín fueron cuatro. General Roberto Viaux Marambio, Mayor Rolando Orellana Molenhauer, Capitán Víctor Mora Valladares, y Teniente Raúl Munizaga Neumann.

Posteriormente y en la misma causa fueron formalizado: Capitán Humberto Leiva, Capitán Sarria, Capitán Slater y Teniente Jorge Morales Ojeda.

7 de Noviembre de 1969. La Corte Marcial modifica por 4 votos contra 1 el auto de encargatoría de reo contra el General (R) Roberto Viaux y los oficiales Rolando Orellana, Víctor Mora, y Raúl Munizaga. Los cuatro oficiales serán procesados por los delitos contemplados en los artículos 265 y 267 del Código de Justicia militar y por el 126 del Código Penal.

10 de Noviembre de 1969. Unanimidad para reajuste a la FF.AA. Por 40 votos a favor y 0 en contra, el Senado aprueba el proyecto de ley que autoriza al Presidente de la República para otorgar un reajuste extraordinario al personal de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones.

Portada “Diario La Segunda”, Viernes 17 Octubre de 1969. EJERCITO DEL NORTE EXIGE AL GOBIERNO REPONER A GENERAL VIAUX.

ANTOFAGASTA - Urgente.- En una declaración pública dirigida al Presidente de la República los oficiales de la Primera División de Ejército, “en conocimiento de la resolución del mando del Ejercito, en el sentido de destinar a otra actividad al señor Comandante en Jefe de la Primera División del Ejército, General Roberto Viaux Marambio, exponen a S. E. el Presidente de la República lo siguiente”.

“1. - Que concuerdan y apoyan en todos sus puntos lo expresado en la carta entregada por el señor Viaux a S E. el Presidente de la República.

2. - Que nos asiste la completa certera y evidencia de que el señor general Viaux en ningún momento y bajo ninguna circunstancia ha promovido reuniones de carácter político ni de proselitismo de ningún color o tendencia.

3. - Que bajo juramento afirmamos que nunca ha habido ánimo o espíritu de trasgredir las normas que rigen al país, sino que por el contrario, todo se ha representado en forma oficial y por el más estricto conducto regular las necesidades de orden material que afectan a la unidad operativa conjunta.

4. - Que copia de todos estos documentos se encuentran debidamente archivados en el Cuartel General divisionario y están a disposición de cualquier organismo investigador competente.

5. - Que exigimos como acto inmediato de desagravio y de justicia reponer en su puesto al Comandante de la Primera División del Ejercito, general de brigada don Roberto Viaux Marambio.

Exigen establecer las verdaderas responsabilidades en sus justos alcances por la situación creada, dando solución integral y con efectividad, separando drásticamente de su puesto a los que hayan tergiversado la realidad y se hagan acreedores a. la debida sanción. Fechado en Antofagasta, octubre de 1969.

Para constancia firman oficiales de la guarnición”.

FIRMANTES
01 - Gustavo Kutzman, coronel
02 - Gastón Escobar Herrera, coronel
03 - Nilo Floody, teniente coronel
04 - Luis Toledo Castillo, teniente coronel
05 - Raúl Ruiz Dangeau, teniente coronel
06 - Carlos Bderech Barsch, teniente coronel.
07 - Roberto Souper Onfray, mayor.
08 - Maximiliano Lorca Cerda, mayor.
09 - Walter Sandoval Contreras, mayor.
10 - Renato Rosende Hepia, mayor.
11 - Hugo Gajardo Castro, mayor.
12 - Mario Manríquez Bravo, mayor.
13 - Alfredo Morales Flores, mayor.
14 - Julio Sánchez Araya, mayor.
15 - Hugo Larrañaga Walkien, mayor.
16 - Cesar Manríquez Bravo, mayor.
17 - Aldo Briones Morales, capitán.
18 - Julio Salazar Lantery, capitán.
19 - Osvaldo Quinteros Durán, capitán.
20 - Juan Torres Gundián, capitán.
21 - Carlos Quiroz Vargas, capitán.
22 - Carlos Araya Leiva, capitán.
23 - Fernando Castro Marinkovic, capitán.
24 - Angel Astorga Valenzuela, capitán.
25 - Sergio Urrutia Franke, capitán.
26 - Manuel Fernández Carranza, capitán.
27 - Horacio Ríos Murillo, capitán.
28 - Luis Contreras Prieto, capitán.
29 - Enrique Araya Vilches, capitán.
30 - Jorge Correa Gálica, capitán.
31 - Pedro Villa Beltrán, capitán.
32 - René Quiroga Lemaire, capitán.
33 - Antonio Varas Clavel, teniente.
34 - Rolando Romero Gallardo, teniente.
35 - Heraclio Nuñez Yáñez, teniente.
36 - Mario Zamora Flores, teniente.
37 - Eugenio Covarrubias Valenzuela, teniente.
38 - Enrique Castro Antúnez, teniente.
39 - Jaime Berrios Sánchez, teniente.
40 - Gastón Lizama Lowel, teniente.
41 - Claudio Rubio Brecht, teniente.
42 - Jorge Castro Lobos, teniente.
43 - Julio Pérez Berreco, teniente.
44 - Roberto Arancibia Labbé, teniente.
45 - Jorge Rubilar Otenes, teniente.
46 - Sergio Peña Jiménez, teniente.
47 - Jorge Dionisio Pacheco, subteniente.
48 - Miguel Reyes Hevia, subteniente.
49 - Carlos Belmar, subteniente.
Y 10 subtenientes más.

Total, 59 oficiales firman la declaración, según la versión del Diario La Segunda.

2 comentarios:

  1. Muy Bieno su artículo. Para que las nuevas generaciones aprendan algo de verdad, de aquella que escasea en este pais de apariencias.

    Saludos Cordiales,

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  2. Una parte de nuestra historia, en ese entonces yo vivía a una cuadra de esas unidades en Santiago,muy interesante pues viví todas esas situaciones que se produjeron en el país...además hice el servicio en Antofagasta el año71 en la entonces Escuela de Blindados, bajo el mando de mi Coronel Nilo Floody un gran jefe

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